*** El director general del INAH, Diego Prieto, presentó la ponencia magistral El desarrollo de la paleontología en el INAH y el marco jurídico actual
*** El gran reto al que se enfrenta la disciplina de cara al futuro es conseguir que su trabajo sea reconocido socialmente: “humanizarlo”, considera el funcionario
Esta mañana el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, abrió las sesiones del XV Congreso Nacional de Paleontología en el Centro Cultural Universitario Bicentenario de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, con la conferencia magistral El desarrollo de la paleontología en el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el marco jurídico actual.
Desde tiempos remotos y a lo largo de la historia, los fósiles han llamado poderosamente la atención de las personas, quizá por el misterio que los envuelve sobre el origen de la extraña asociación entre lo que fue un ser vivo y en lo que se ha convertido: una piedra. Sin embargo, en México aún falta “humanizar” los resultados de la investigación y acercarlos a la gente, dijo el titular de la institución que, por mandato de ley, desde 1986 se encarga de la investigación, conservación, restauración, recuperación o utilización del patrimonio fósil del país.
El antropólogo resaltó en primer lugar, el interés de la sociedad, a la que muchas veces desde el ámbito académico no se le presta mucha atención, y consideró que la labor pedagógica y divulgativa que tiene que hacer la paleontología para saciar ese interés es fundamental para establecer y fortalecer el vínculo entre la sociedad y la ciencia, tan necesario en estos días.
Por otro lado, dijo que la realidad paleontológica es muchos más rica y compleja pues tenemos en el país verdaderos conjuntos paleontológicos cuya protección no es posible desde el estudio o una perspectiva particular, sino desde una concepción global, integral e integrada, entendiéndolos como espacios patrimoniales que aúnen los propios fósiles con su entorno, señaló.
Así, la creación de estos espacios, la implementación de medidas de protección legal (como espacios protegidos, zonas de amortiguación, entre otras) y su integración en la dinámica socioeconómica es la única posibilidad que realmente tienen los fósiles para sobrevivir y para que sigan proporcionándonos información sobre nuestro pasado.
La experiencia ha demostrado que la única herramienta práctica que realmente ha ofrecido resultados positivos de cara a su conservación ha sido su conceptualización como recurso; su puesta en valor por medio de un proceso de gestión, y su vinculación efectiva y afectiva con la comunidad, a través de la adecuada difusión y un uso público racional y sustentable.
El titular del INAH señaló que a nivel legal eso es posible de la misma manera como se ha hecho con los bienes arqueológicos, aunque en este caso la figura pueda ser de “Área Natural Protegida”. Al respecto existen diferentes prácticas implementadas tanto a nivel arqueológico como paleontológico, están los geoparques o los parques paleontológicos, con suficientes experiencias realizadas en todo el mundo, que pueden ser estudiadas y adaptadas a la realidad mexicana.
Recordó que hasta hace escasas fechas, las administraciones e instituciones encargadas de proteger el patrimonio en la mayor parte de los países, se han centrado en la protección y gestión del patrimonio natural y cultural, que incluye la flora, fauna, los paisajes naturales y las producciones realizadas por el ser humano: históricas, arqueológicas o artísticas, quedando al margen la paleontología al no encajar con claridad en ninguna de esas categorías.
Lentamente esa situación ha cambiado, al incluir normalmente a la paleontología en el marco del patrimonio cultural. Sin embargo, dijo Diego Prieto, esa separación en dos bloques y el hecho de que en el diseño de los sistemas de gestión no se suela contar con paleontólogos, sigue produciendo una gran dificultad para establecer un marco adecuado para desarrollar actividades y proteger yacimientos.
El INAH trabaja en ese sentido pero es en la medida que el peso de la paleontología crezca que se irá reduciendo esa marginalidad. Un ejemplo de éxito actual del trabajo interinstitucional y multidisciplinario, que citó el director general del INAH, han sido los aportes de la arqueología subacuática del instituto a la paleontología mexicana, entre los que destaca el Proyecto Hoyo Negro, en Tulum, Quintana Roo, llevado a cabo desde 2011.
Una inmensa cámara colapsada dentro del sistema Sac Aktun que antes de quedar sumergido por los cambios en el nivel del mar, hace 10 mil años, fue una trampa natural para animales y humanos del periodo del Pleistoceno Tardío: en el sitio se han descubierto restos de 26 mamíferos pertenecientes a 13 especies, cinco de ellas extintas, como al gonfoterio de tierras altas. Asimismo, el tigre dientes de sable, cánido, osos y dos tipos de perezoso gigante de tierra. Estudios preliminares indican que estos dos últimos podrían ser un género y especie nuevos para la ciencia, en tanto los restos del cánido podrían corresponder a un tipo de carnívoro sudamericano extinto.
Otro tema que tocó el antropólogo Diego Prieto en su ponencia magistral fue el turismo paleontológico que viene produciéndose desde hace varias décadas con gran éxito de público en diferentes lugares del mundo, como Estados Unidos, Argentina y España, lo que supone una fuente de ingresos para la regiones, normalmente rurales, en las que se hallan los yacimientos.
Existen ejemplos que avalan este tipo de actividades y que nos fuerzan a profesionales y administraciones a establecer criterios de actuación, gestión y evaluación que aseguren la viabilidad y sustentabilidad de estos proyectos, señaló.
Consideró que en un mundo cada vez más interconectado, tecnificado, materialista y competitivo, el gran reto al que se enfrenta la paleontología de cara al futuro es conseguir que su trabajo sea reconocido socialmente, que no quede enclaustrado en un círculo cerrado de sus propios investigadores y alcance una función social realmente significativa.
“El futuro pasa por ‘humanizar’ esos trabajos y realizar una amplia tarea de difusión y divulgación, creando una narrativa que permita hacerlos accesibles y comprensibles al gran público, en una asociación de museos, asociaciones civiles y académicas. De este modo la vida de los fósiles no quedará solamente en las piedras, sino también en nuestra memoria”.
El Congreso Nacional de Paleontología es organizado por la Sociedad Mexicana de Paleontología, con el objetivo de difundir y enriquecer las investigaciones en las diferentes áreas de esta ciencia. La presente edición tiene lugar del 26 al 30 de junio en la histórica ciudad de San Luis Potosí, que para el siglo XVII asumió el rol como la metrópoli más importante del norte de México y su dominio se extendió hasta Nuevo México (hoy Estados Unidos).